Basada en la
novela de Shi Bao, un hombre regresa a su pueblo natal para asistir al funeral
de su padre, que había sido el profesor de la aldea durante toda su vida. Al
organizar el funeral descubre que su madre desea hacer una ceremonia
tradicional, lo que costaría muchas complicaciones. Se procede a relatarnos la
historia del amor entre el padre y la madre para comprender dicha decisión.
‘El camino a
casa’ se une a la lista de películas maravillosas que surgieron en 1999 con el
fin de un siglo (‘Una historia verdadera’, ‘Ni uno menos’, ‘La lengua de las
mariposas’, ‘Solas’) con un relato que le calará hondo a más de uno. Comienza
con una fotografía triste en blanco y negro con el que asistimos al presente
del pueblo y continúa con una paleta de colores muy vistosa al relatarnos el
pasado, demostrando la alternancia entre la alegría y tristeza que existe entre
pasado y presente.
Abrumadora
en su simplicitud, la película oriental nos sorprende con un relato, a primera
vista, que podría haber sido firmado por cualquier escritor de guiones
occidental, y no es la primera vez que ocurre en creaciones de la mano de Zhang
Yimou, otro detalle es los pósters de ‘Titanic’ que la madre tiene colgados en
la pared de su casa, el director no pretende dejar de lado a nadie, evitando
así el cierre de la película a espectadores ajenos a la civilización china, así
como una acertada voz en off que acompaña todo el metraje explicando
tradiciones como las de la comida o la de los pozos.
Una vez más
Yimou acierta con actores totalmente noveles buscando reacciones más auténticas,
(como Jaime Rosales) destaca la que se convertiría en musa del cine chino Zhang
Ziyi, que lleva todo el peso de la cinta, demostrando una entereza y un saber
estar ante una cámara que ya querrían muchos actores consagrados. Los primeros
planos de la actriz y sus carreras tras su huidizo campo a través amor
abundarán.
Otro de los
puntos fuertes de la película es el tema principal, a pesar de sufrir pequeñas
variaciones en toda la película y estar presente en gran parte de ella no se
convierte en un elemento pesado, todo lo contrario, buscando una emotividad en
los momentos más adecuados para ello, como con el detalle del broche, alcanza
su punto álgido en un final maravilloso.
Con una
duración muy corta, unos colores muy vistosos, una música preciosa y unos
silencios que explican todo lo que no hacen las palabras, la sensibilidad
oriental para realizar dramas románticos deja en evidencia una vez más a
producciones propias o provenientes de Hollywood. Una maravilla, la película se
convertirá en una de las películas de la vida de alguien que esté pasando por
el mismo mal trago que el de la pareja protagonista, y si no, también.
‘’Esta es la
historia de mis padres, la historia de su amor, que tiene mucho que ver con
este camino, un camino sencillo, que une nuestro pueblo con la ciudad. Quizá
porque mi madre esperó la llegada de mi padre por este camino con tanto amor,
quería ahora acompañar a mi padre hasta su casa, caminando otra vez por él.’’
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