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21.6.13

Lost in Translation (2003) - Sofia Coppola



Tras su, en mi opinión, fallida ópera prima ‘Las vírgenes suicidas’, Sofia Coppola volvía a la dirección con un guion un tanto diferente pero conservando la esencia del primero, Lost in Translation relata la historia de un amor imposible de dos occidentales situado en las pobladas calles de Tokio, Bill Murray encarna a un actor venido a menos que se traslada a Tokio a rodar un anuncio de whisky para la televisión japonesa, por otra parte, Scarlett  Johansson es la mujer de un fotógrafo demasiado ocupado en su trabajo para centrarse en ella, a primera vista recuerda a dos recomendadísimas películas del que para mi es el mejor director de dramas románticos en la actualidad, Wong Kar-Wai, una de ellas es ‘Happy Together’, ya que como en esta, en ambas son dos personas residentes en un país extranjero donde consuman su amor y la otra ‘Deseando amar’ por el guion. Sin embargo, ambas son diametralmente opuestas.


Si en la película del director oriental lo que mandaba era la fotografía y la belleza plástica en esta mandan las actuaciones protagonistas y una curiosa atmósfera que Sofia, heredada de su padre, sabe otorgar a la película quedándole un resultado más que satisfactorio, los golpes de humor de Bill Murray también son constantes para aligerar la carga dramática, que no es poca, y Scarlett Johansson es la que aporta todo el drama, no hay secundarios o no tienen importancia. La película son dos almas perdidas unidas por el azar que buscan encontrarse. 


Es curioso que a pesar de la diferencia de edad entre ambos protagonistas los dos sean tan parecidos, aunque la relevancia en el mundo sea diferente en los dos casos ambos se encuentran perdidos y sin saber como continuar, y que gracias a los azares del destino puedan vislumbrar otro devenir, una película que da especialmente una capacidad de identificación maravillosa a los espectadores.

No hay nada en exceso, todo se complementa perfectamente y es visible para cualquier espectador, a pesar de la atmósfera creada no es una dirección vistosa – lo que no quiere decir que sea mala- y la película puede presumir de tener unos momentos verdaderamente mágicos como los 15-20 minutos finales o el primer encuentro entre los protagonistas.





Está de más decir que cualquiera que haya pasado por una situación similar quiera volver a la situación inicial de la protagonista, apoyada en una ventana observando la maravillosa postal de la ciudad de Tokio imaginándose un futuro mejor.


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