Se me
presenta un importante reto a la hora de escribir algo sobre esta película,
película inencontrable en la cinematografía española debido a que no ha sido
editada. Protagonizada por la adjetivada como ‘eterna virgen’ japonesa Setsuko
Hara debido a su repentina retirada de las cámaras hace ahora 50 años aborda el
tema del matrimonio y sus dificultades, tema ya tratado por el mismo director
en ‘El almuerzo’ (1951) y como ya hiciera Yasujiro Ozu en ‘Una gallina en el
viento’ (1948) (ambas películas comparten hasta protagonista masculino) y
dirigida por Naruse, considerado la cuarta estrella de la dirección japonesa
tras Kurosawa, Mizoguchi y Ozu.
Debido a lo
espinoso del tema es importante la presentación de los personajes de una manera
directa, la película comienza con el matrimonio asentado en una habitación
asfixiante y con los dos componentes interpretando sus dos roles asignados en los
años 50, la mujer cosiendo y el hombre leyendo el periódico y quejándose de una
siempre dura jornada de trabajo, matrimonio sólo unido debido a la retahíla de
comentarios peyorativos que saldrían a la luz por parte de sus vecinos a raíz
de su separación, como contraposición a este matrimonio aparecen dos más que
les hace darse cuenta de su situación, el matrimonio vecino, aparentemente
felices, y la llegada de una amiga joven y recién casada, cuyos problemas
conyugales provocan la risa en la pareja principal.
Es muy fácil
encontrar similitudes en forma y fondo entre las películas de Ozu y Naruse, a
mi gusto más refinado y pulcro en su modus operandi el primero, debido al tema
central de sus películas, la descomposición de la familia, mientras que Naruse
opta por dotar a la película de un dinamismo que hace más llevadera a la
película, Ozu adopta un tono radical posando la cámara en el suelo, el sopor
que debería llevarse a cabo queda rápidamente opacado por la excelencia de sus
películas y la magnificencia de sus actores habituales, una de esas habituales
es la protagonista de esta película, llevando la carga dramática del filme y adoptando
una postura similar de la que ya hizo gala en ‘El almuerzo’, la carga que lleva
en la espalda como cumplir las exigencias de su marido, llevar la casa o poner
buena cara frente a también las exigencias que le plantean sus vecinos se manifiesta
a través de su expresión.
Dividida
claramente en dos partes, la primera queda formada por la presentación de la
pareja protagonista y la segunda por los problemas de trabajo típicos en el
Japón de los 50. Es posible encontrar una subtrama que abordaría Ozu con más
protagonismo en ‘Buenos días’ (1959), y es la relación entre una comunidad
vecinal y la hipocresía por parte de algunos, relación tensa que estalla ante
las narices de todos en una reunión vecinal.
A partir de
cierto suceso que tiene lugar avanzado el metraje, ambas personas descubren que
tienen que aprender a complementarse el uno al otro para que el matrimonio no
se descoyunte a través de un final precioso que elevan la categoría de la
película de perderse entre las buenas películas que forman el cine clásico
japonés a una categoría mayor, a la altura de otras películas de Naruse como ‘La
voz de la montaña’, también interpretada por Hara.
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